Reportaje

“No me gustan los periodistas que mienten”

Hernán Brienza es periodista; historiador revisionista, pero esencialmente una de las cabezas visibles del periodismo comprometido con la sociedad y duramente cuestionado por los sectores dominantes. Actualmente hace radio; publica en Tiempo Argentino y en sus “ratos libres” se reparte entre escribir libros y realizar charlas en los ámbitos más diversos de discusión.

¿Cómo vés a la sociedad argentina de este 2012?
Es amplia la pregunta, pero si tengo que analizarla pienso de dónde venimos, y venimos de un año electoral donde la sociedad estuvo muy movilizada por esa elección presidencial y ahora pareciera que en este año no pasa nada, que no hay modificaciones políticas, sin embargo esa no modificación política tiene como cierto momento de descanso pero al mismo tiempo la sociedad se ve conmovida con las cuestiones que tiene que ver con lo cotidiano como puede ser el inicio de las sesiones legislativas, con la Ley de Banco Central, incluso el accidente de Once. Son como distintas cosas que van sacudiendo el tablero político.

Hace veinte años el periodismo era una de las profesiones más admiradas por la sociedad y hoy no es tan así, ¿a qué creés que se debe?
Para mi eso es una buena noticia porque significa que hay otros lugares de construcción de identidad que han tenido una nueva fuerza y al mismo tiempo hay un desdiosamiento de una profesión que no está construida por dioses sino por hombres y mujeres con sus contradicciones, sus limitaciones, sus vaivenes y sus propios intereses.
Develar y poner en debate cual es el juego del periodismo y el rol de los medios de comunicación en la sociedad, democratiza un poco más la relación de la sociedad con su propia comunicación.
Aún cuando a mí como periodista no me convenga, me parece una buena noticia. La legitimidad ciega que tenía el periodismo en los ´90 era por momentos engañosa. Me parece mucho más maduro el momento actual respecto de la comunicación.

También han cambiado ciertos valores éticos dentro de la profesión.
Yo creo que no. Creo que si uno hace un análisis histórico del periodismo, siempre fue muy parecido en la Argentina.
A mí siempre lo que se conoció como periodismo independiente o periodismo neutral, me pareció una gran mentira, entonces ese desenmascaramiento es una buena noticia para los argentinos.
No creo que haya tiempos en los que el periodismo se hizo con más ética o con mayor moralidad, lo que creo es que los mejores momentos del periodismo argentino han sido aquellos en los cuales se hizo periodismo urticante. Desde Mariano Moreno a Domingo Faustino Sarmiento; Juan Bautista Alberdi o Rodolfo Walsh.
Siempre hubo periodistas muy diferentes en diversos arcos ideológicos, algunos son liberales; liberales conservadores otros son peronistas.
Creo que el periodismo, no en términos de militante sino de convicciones y de compromiso político, es el periodismo más sincero.

Sin embargo se han superado ciertas barreras. Hoy se miente descaradamente en nombre de la “obediencia debida” por el sueldito de fin de mes.
Lo que pasa que eso ocurrió también durante la dictadura militar. Yo no recargaría las tintas en los trabajadores, que al fin y al cabo lo único que tienen es su propia fuerza de trabajo, sino que pondría el centro de atención sobre las empresas o los dueños, que a veces se comportan como verdaderos mafiosos más que como empresarios periodísticos.

Nombraste a Rodolfo Walsh, quizás el mayor ejemplo de periodismo militante, y pienso que eso es el ejemplo de lo que es un periodista, el que se ensucia, se compromete y esta siempre del lado del más débil.
A mi no me importa si un periodista está del lado del más débil o no. Tengo mucho respeto por aquellos periodistas que tiene convicciones que son las mismas que las mías y que defienden sus propios intereses y sus propias ideas, a mí lo que no me gustan son aquellos periodistas que me mienten o que se esconden detrás del disfraz de ser independientes. Prefiero que alguien me diga: defiendo los intereses de la Sociedad Rural o los intereses de la derecha más rancia, a que me digan que son periodistas profesionales.
Creo que tiene más sentido que la idea de periodismo militante la de periodismo por convicción. El periodismo de aquel que cree en determinada idea y la defiende con la mayor honestidad posible, porque si uno no lo hace con honestidad no tiene sentido.
Sueldo cobramos todos los periodistas. A mí no me preocupa que un periodista trabaje por su sueldo y siga una línea editorial determinada, lo que si es que esa línea tiene que estar acorde con lo que él mismo piense, y cuanto más líneas editoriales haya en la Argentina, mayor libertad vamos a tener.
Por esto yo celebro la Ley de medios, porque amplía la posibilidad de que haya más de una mirada y más de una línea editorial.

Pero quienes cuestionan que los periodistas cobren son justamente los que se autodefinen independientes.
Los periodistas supuestamente profesionales y que escriben simplemente porque se les paga un sueldo, son los que se quejan de que los periodistas oficialistas cobran por su trabajo. Eso es bastante raro. Bastante raro y bastante contradictorio.

Supongo que tiene que ver con todo este doble discurso que maneja este periodismo que ha subvertido al lenguaje a tal punto que ha interpretado que ser independiente es igual a ser opositor.
Han desvirtuado tanto la cuestión que creen que ser independiente significa ser independiente de las ideas de uno.
Creo que el periodismo independiente es aquel que hace su trabajo independientemente de la pauta publicitaria o de los intereses comerciales y editoriales de la empresa.

¿Creés que se puede hacer un periodismo independiente aún comulgando con el oficialismo?
Yo no creo que haya periodistas independientes.

¿Cómo tampoco existe el periodismo objetivo?
Tampoco. Ni hay periodismo neutral.

¿Vos harías una entrevista como la que le hizo Cambio 16 a Videla?
Yo entrevistaría a cualquiera, pero con la condición de preguntar lo que quiera. Con esa condición, si tuviera la oportunidad de entrevistar a Videla lo haría.

Seguramente este periodista le preguntó lo que quiso
Lo que pasa que lo que quiso era muy poco. Sonó a un reportaje hecho por un amigo de Videla. Sonó a que era un reportaje pactado aunque no lo haya sido.
Eso si me parece grave. Pactar un reportaje con un dictador me perece grave. Es un límite que pocos periodistas se animan a pasar. Es muy difícil tener delante a un dictador y hacerle preguntas cómo si se tratara de una modelo publicitaria. Ese es un límite que cualquier periodista sentiría vergüenza si lo pasara.
En ese reportaje queda como si la dictadura militar en la Argentina fuera un invento del kirchnerismo. Me pareció patética la actuación de este periodista aunque me parecieron muy valiosas las respuestas de Videla, porque desnudan el pensamiento del dictador.

Desde la repulsa que Videla muestra hacia los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, termina indirectamente haciendo proselitismo por el gobierno.
Desde sus dichos en ese reportaje los que quedan mejor parados son el ex Presidente Néstor Kirchner y la actual Presidenta, porque dice que ellos hubieran estado mejor con cualquier otro gobierno que con estos. Por lo que uno podría leer en esa declaración que los únicos que llevarían adelante hasta las últimas consecuencias la justicia contra los delitos de lesa humanidad en este país es el kirchnerismo. Que ni Alfonsín ni Menem tuvieron el valor para hacerlo.
Es interesante que cuando Videla marca la estrategia para sacar al kirchnerismo del gobierno, es la misma estrategia del Diario La Nación; de Joaquín Morales Solá y de algunos otros intelectuales de la derecha.

Vos sos historiador además de periodista, y sin conocer la primera profesión siento que se deben rozar muchas veces en los mismos carriles.
El periodismo es la primera mirada de la historia, y al mismo tiempo cuando uno hace una investigación histórica, va a buscar los archivos periodísticos como primera fuente, con lo cuál ahí se cruzan doblemente los trabajos.
Es interesante ir al presente y del presente al pasado a través del periodismo, porque el presente nos habla del pasado y de alguna manera ese pasado nos marca este presente.

De la misma manera que el periodismo necesita una multiplicidad de voces, ¿ocurre lo mismo en el ámbito de la historia?
Eso es fundamental, sobretodo después del debate que surgió con el Instituto Manuel Borrego de Revisionismo Histórico, donde fueron tan brutales a la hora de defender la historia académica; oficial o mitrista. Fue tan duro el debate que demuestra que tienen miedo a perder el privilegio de la reconstrucción del pasado y demuestra también que el pasado tiene que ser reconstruido casi como una obligación.
Esto tiene que ver mucho con las “capillas académicas”. Con quién dirige las cátedras; las publicaciones; las becas. A juzgar por las notas de Sarlo; de Luís Alberto Romero en Clarín, se da cuenta que es el mismo sector del liberalismo conservador que se disfraza de progresista pero en realidad tiene un fuerte contenido reaccionario.

 
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