Especial para El Nuevo Pueblo desde México



Hilandera
.................................Azteca
Por Monique Camus



ENTRE EL MAR Y EL DESIERTO


Soy Ángela
parte aún viva del desierto.
Mujer de tiempo entero en atavío de luz.


Nací de ráfagas que arrastran las espinas
sobre la arena brasa de la tierra,
del canto del cormorán
que hace su nido sobre los ojos calcinados
de un dios ciego.

Soy inmune a la humareda rígida de los cardos
en la planicie extraviada.
Se ha hundido mi cuerpo en la tenaz arena escurridiza,
donde no hay alas encendidas que evoquen sueños presurosos;
donde no amanece ni destila vino la humedad,
anhelo insensato de lo yermo.

Mi silente raíz, libre del aire, se expande bajo esta vastedad
que evoca el tiempo.

Tatuaje de luces
Tatúas tu rostro de estrellas
en las dunas de tu piel:
textura arena.

Viajas en horizontes de luz
hasta el silencio de tu isla.

Eres constelación en el desierto
que avanza cauteloso
en busca de la lluvia,
del agua decantada de mar
para que alumbre el valle
de cactáceas maduras...









Antropología, ecología, fotografía, poesía: se miran, se saludan, se complementan y comulgan amorosamente para entregarnos testimonios del vivir y sentir de una comunidad llamada "Conca´ac" enclavada en el noroeste sonorense de México. La estética fotográfica enmarca uno de los rostros de México; incofundibles ante los ojos del mundo. Más que con los ojos, miramos con el alma.
Ricardo María Garibay, fotógrafo mexicano, dispara dardos al corazón porque su corazón también es antropólogo de la realidad social. Se hace parte del pueblo, habita con ellos, se entrega, convive, se deja querer. Regresa y comparte su trabajo artístico; más de 60 fotografías en blanco y negro(característico en él), ilustran el libro de arte: ENTRE EL MAR Y EL DESIERTO.


Esmeralda Loyden, periodista, poeta y cuentista: Investiga, costura la palabra, que da forma y ritmo al trabajo visual de Ricardo. Cada fotografía es arrullada por su poesía.


Días arduos de un trabajo documental, emotivo y artístico entre el mar y el desierto en un paisaje preñado de recursos naturales y de olvido...Ricardo y Esmeralda nos transportan a la gente, la "gente" ya que en su lengua, "Conca´ac" significa eso: GENTE. cinco letras hilvanadas en mayúsculas, que intrepreto: Generosidad. Entendimiento. Naturaleza. Tradición. Entrega.


El desierto y el mar; binomio natural, cobija a los Conca´ac o llamados "Series" en el mundo occidental.
Sol, curtidor de piel morena. Frío, calador de huesos. Historia remendada de invasiones y despojos, enaltece la dignidad de una comunidad aferrada a la vida sagrada y la supervivencia.

El poeta Eduardo Langagne, en el apunte inicial del libro, narra: "Aliados del desierto y el mar, los Conca´ac han sobrevivido junto a las cactáceas, las serpientes, el águila y el venado bura. Han mantenido una lengua cargada de códigos secretos, de magia y conocimiento. Nosotros hemos aprendido así que su identidad está basada en tres conceptos esenciales: territorio, idioma y nombre. Una comunidad persistente, a pesar de que la geografía les esconde el agua dulce y se las envía a lo más profundo, hacia un sitio lejano debajo del paisaje"

"El viejo Conca´ac conoce las leyendas y los mitos, imagina y recuerda, sabe cómo hacer crecer el cabello, curar los riñones y quitar la gripa, aliviar el dolor de los pies del caminante y apaciguar la diarrea, aplacar los granos en la piel y remediar la viruela y otras muchas infecciones" Langagne, va más alla: "Aquí, el niño aprende, el hombre contribuye, el anciano se respeta: la vida tiene así una expresión de plenitud"


Esmeralda nos cuenta: Los Conca´ac son ajenos a la religión católica, se han organizado en libertad para decidir sobre su vida sexual o el número de hijos que pueden tener por pareja. Conforman una comunidad que respeta a sus deidades; aman y cantan a la lluvia, al viento, al mar, a la naturaleza. Su territorio abarca la Isla Tiburón, la más grande de México, localizada en el municipio de Hermosillo, Sonora, en el Golfo de California, hoy Reserva Especial de la Biosfera.

Su testimonio documental, poético y fotográfico, hacen del libro "ENTRE EL MAR Y EL DESIERTO" una joya de la antropología social.

Los Conca´ac son como aquel viejo sabio que un día me dijo: "La vida es una Universidad, que no expide títulos" así es su pueblo de mil habitante, una Universidad en donde tenemos que aprender a tomar de la naturaleza, sólo lo necesario; el saber dar, que implica generosidad y humildad; y aprender a resistir para sobrevivir.

Gracias, cinco veces Ricardo María. Te sigo...

Libro: Entre el Mar y el desierto
Fotografía: Ricardo María Garibay
Investigación y textos poéticos: Esmeralda Loyden

libreta.literaria@gmail.com

 
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